No todo va a ser aprender, siempre viene bien darse un respiro. La salida del sol después de meses de mal tiempo ha permitido que ese descanso se traduzca en placenteros paseos para empezar a coger color de cara al verano y, de paso, deleitarnos con el boom de vida que asoma en cada esquina. Y es que si bien se cree que lo urbano contrasta con lo natural, la verdad es que si se observa bien, nos damos cuenta de que la naturaleza siempre se abre paso y de que la vida crece entre materiales inertes que estructuran edificios, cierres o patios.
Bichillos
Ya por la mañana limpiando el corral de mi casa me encontré con la primera fan del sol, que tan cómoda estaba disfrutando de sus rayos que me permitió hacerle una pequeña sesión. Es un ejemplar de lagartija (Podacris muralis) que como todos los ectotermos, se ayuda de la temperatura ambiente para regular su temperatura corporal*.
El otro individuo del reino animal que tuvo a bien dejarse hacer una foto para reflejar el disfrute primaveral fue lo que aquí llamamos zapatero (Pyrrhocoris apterus), un hemíptero tan común (con una distribución que abarca los continentes asiático y europeo) como reconocible. Si bien áptero significa 'que no tiene alas', esta especie sí cuenta con ellas, aunque de un tamaño tan reducido que no le resultan funcionales. Por lo tanto, tened la tranquilidad de que cuando le queráis sacar una foto no va a salir volando.
Las reinas de la primavera
Seamos realistas: cuando se pronuncia la palabra primavera nadie piensa en una lagartija tostándose al sol, o al menos no de primeras. Las protagonistas son las flores, esas que le dan un color especial a la estación y un disgusto a los alérgicos. Como decía al principio, incluso en los ambientes urbanos hay sitio para este colorido.
La semana pasada hablábamos de la popular y espectacular floración de los cerezos en Japón y en Washington, pero merece ser contado que sus primos, los ciruelos japoneses (Prunus cerasiferum) que adornan muchos parques y avenidas, decoran de una forma igualmente bonita. Después de que sus brotes atrajesen a los rojizos camachuelos (Pyrrhula pyrrhula), sus vistosas flores son la imagen de un opíparo banquete para las abejas, que se encuentran a decenas en un mismo árbol.
Aunque no sólo en lo alto de las copas pueden los insectos alimentarse bien y cubrir sus cuerpos de polen: las orillas de caminos y los muros son otro sitio en los que estos días podemos disfrutar de la parte más vistosa de las plantas que permanecen allí durante todo el año. Contamos además con una amplia gama de colores en el repertorio, desde el amarillo del diente de león (Taraxacum officinale) y los ranúnculos (Ranunculus sp.) hasta el azul de las verónicas (V. persica y V. heredifolia), pasando por el blanco de las flores del 'me quiere, no me quiere' (Bellis perennis), o los tonos violeta de las labiadas (Lamium purpureum y Lamium amplexicaule). Todo un arcoiris al alcance de los más observadores.
*Las lagartijas no son poiquilotermas, dado que los animales poiquilotermos tienen una temperatura corporal igual a la del medio en el que se encuentran, siendo absolutamente incapaces de regularla. Los animales ectotermos como las lagartijas pueden mantenerse dentro de un rango de temperaturas dependiendo del medio para no perder el control.
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