Escocia
- Bárbara AR
- 6 mar 2019
- 4 Min. de lectura
Sé que este es un blog de naturaleza y no de viajes, pero lo cierto es que Escocia es un lugar en el que las dos cosas van unidas de la mano. Por allí estuve explorando en mayo del año pasado y, si bien no fue una semana ecoturística, no pude evitar fijarme en algunas de las maravillas que tiene este país para quienes disfrutan de lo salvaje. Sólo los más de 750 minutos recorridos por la carretera, lejos de resultar tediosos, fueron un auténtico placer para la vista: carreteras pequeñas cruzando lugares remotos, tunes de árboles y hectáreas de pastos para las ovejas y las vacas de 'flequillo', perteneciente a la raza de vacas de las Tierras Altas (las Highlands).
Parques nacionales
Escocia tiene en su territorio dos parques nacionales:
Loch Lomond & The Trossach National Park se encuentra ubicado en el suroeste, cerca de algunos de los mayores núcleos de población de la nación, como son Glasgow y Edimburgo. El parque existe bajo esta figura desde el año 2002, siendo el más joven de los dos, aunque impactantemente tardío en comparación con nuestro Picos de Europa, cuya declaración data de hace ahora cien años. A pesar de tener la mitad de tamaño que el otro Parque, Loch Lomond & The Trossach cuenta con más de cincuenta lagos en sus límites, e incluye una reserva forestal de más de 160 kilómetros cuadrados en la que se ha creado un corredor ecológico a través de la plantación de más de dos millones de árboles.
Cairngorms National Park es el más grande no sólo de Escocia (comprende más de un 5% de su superficie), sino de todo el Reino Unido. Cuenta con 4528 kilómetros cuadrados en el norte de la nación, ya en las Highlands, de los que más de 2000 km cuadrados son tierra sin alteración humana. Desde que se declarara Parque Nacional en 2003, en dos ocasiones (2008 y 2010) se amplió el territorio incluido en sus límites.
Desarrollando
Con vuestro permiso, me voy a extender un poco más en este segundo parque ya que es el que he visitado en mi viaje y del que he tomado algunas fotos. Una de las cosas que hace ideal la visita del parque aunque tu viaje esté más enfocado a las ciudades es que está de camino literalmente. El parque está rodeado por dos carreteras que acceden por el norte o el sur del mismo y que unen la costa este (donde está la importante ciudad de Aberdeen) con la capital de las Highlands: Inverness. A lo largo de ambas carreteras hay pequeñas poblaciones desde las que parten distintas rutas muy bien señalizadas y en su mayoría de dificultad asequible para el público en general. Nosotros optamos por detenernos en Aviemore, en la carretera sur. Un pueblo pintoresco como no podía ser de otra forma en Escocia. Desde él tomamos una ruta por la Reserva Natural de Craigellachie, una de las 9 que comprende el Parque. La cima está a tan sólo 490 metros, y hasta la misma hay un itinerario no complejo pero sí completo, dado que permite obtener una buena visión de los diferentes tipos de paisaje que aglutina Cairngorms. El primer tramo transcurre por un abedular que recuerda a los presentes en la Cordillera Cantábrica, aunque a mucha menos altitud. Pronto en el recorrido comienzan a aparecer las arandaneras (Vaccinum myrtillus), que se reconocen perfectamente aunque algunas, como la de la siguiente foto, se quieran hacer pasar por mariquitas.

¿Abedules y arandaneras? Para los conocedores de la Cordillera Cantábrica y su fauna, estos dos elementos llevan fácilmente a un tercero: el urogallo. Y es que efectivamente, Escocia cuenta entre sus animales con el gran gallo de los bosques, cuya población se encuentra mejorada tras un programa de reintroducción. De hecho, en los carteles informativos a lo largo de la ruta hablan del urogallo y de otras medidas de protección de su hábitat como son la instalación de vallas (bien señalizadas) para impedir el paso de ciervos que merman el sotobosque. Como parte de este hábitat, en la segunda parte del camino se da vista a un extenso pinar, un tipo de bosque que representa un importante porcentaje de la masa forestal tanto del Parque como de Escocia. Por último, una vez alcanzada la cima, se tiene una visión estupenda de los munros (nombre que dan en Escocia a montañas de más de 3000 pies [914m]) que rodean el lugar, así como de la laguna de Dubh, una de muchas que, junto con otros 60 lagos de mayor tamaño, son responsables de que el Parque tenga una importante población de aves limícolas (mayor que la de todo Gales).

Una de estas aves que pude observar apoyada en un poste de la cerca de un prado junto a la carretera, fue el ostrero (Haematopus ostralegus), una especie no muy frecuente en nuestro país (se observa en invierno en algunas costas), pero que reside todo el año en zonas costeras del norte de Europa. Esta especie posee un plumaje blanco en el vientre y negro en el resto, que contrasta con el pico y las patas de un rojo o anaranjado intenso. De este pico alargado hace su mejor herramienta para romper valvas y exoesqueletos de los animales que la alimentan.

¿Impresionados con Escocia? Pues esta es la primera dosis solamente. En futuros post os hablaré de cosas que hacen a este lugar del norte de Reino Unido mucho más increíble de lo que podáis imaginar.
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