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Mi experiencia en el CONAMA 2018

  • Foto del escritor: Bárbara AR
    Bárbara AR
  • 9 ene 2019
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 2 abr 2019

A finales del mes de noviembre se celebró en Madrid, desde el lunes 26 hasta el jueves 29 de noviembre, el Congreso Nacional de Medio Ambiente (CONAMA). Se trata de un evento bienal que reunió en su decimocuarta edición a profesionales y amantes del medio ambiente, en ámbitos tan diversos como reciclaje, urbanismo o movilidad.

El congreso tiene unas tarifas de inscripción muy reducidas, e incluso gratuitas, para grupos de estudiantes o representantes de administraciones públicas, entre otros. Pero existe además la posibilidad de tener acceso completo al congreso de forma gratuita, formando parte del equipo de voluntarios que supervisa la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA). Precisamente como voluntaria me estrené en un evento de esta magnitud y, por si a alguien le interesase para la próxima edición, dejaré al final del post un apartado acerca de cómo funciona este tema. Con los demás quiero compartir lo que he sacado yo del CONAMA 2018, pero os adelanto que ha sido una experiencia muy positiva.



Aterrizando en CONAMA

Lo primero que me llamó la atención fue la larga cola que encontré el primer día en el Palacio Municipal de Congresos para obtener acreditaciones. Eso ya me dio una idea real de la gran cantidad de gente que mueve un evento de estas magnitudes. A ellos hay que sumar todos los grupos y ponentes que acudieron en días posteriores. El primer espacio que podías encontrar al entrar era el stand del Ministerio de Transición Ecológica, que apostaban para este congreso por un espacio de divulgación a través de coloquios, bajo la etiqueta #Conversamos .

En la tercera planta del edificio se encontraban los demás stands de asociaciones e instituciones, y en los hall laterales se podían ver también exposiciones de distintas temáticas, completando unas jornadas que se quedaban cortas para todo lo que había que ver.


Un "boom" de información de calidad

Si algo me gustó del CONAMA es la cantidad de información de la mano de expertos que había accesible para los asistentes. De hecho, un pero del congreso es que siendo tantas sesiones en tan pocos días, muchas veces te tenías que decantar por una opción entre dos igualmente interesantes. La mejor prueba de lo ameno de las sesiones era que, para el programa del congreso, una sesión de tres horas se quedaba corta.

Fue el caso de la tarde dedicada a la conservación de los polinizadores, donde se expusieron datos tan impactantes como que el 80% de los cultivos europeos dependen directamente de la polinización, o que no sólo se está perdiendo cantidad de polinizadores, sino también variedad.

Precisamente en esta sesión tuve la grata sorpresa de escuchar el testimonio de @AlbertoUria, un apicultor de la vecina tierra de Ibias, que ha rehabilitado un cortín (una construcción tradicional de piedra para proteger las colmenas de los osos), priorizando la conexión con el entorno frente a una producción mayor o más rápida.

También asistí a una sesión sobre empresas y biodiversidad, en la que se pusieron en valor las alianzas entre distintas organizaciones para lograr más fácilmente los objetivos de conservación; así como la necesidad de incorporar a pequeñas empresas en grandes proyectos, o la de tomar conciencia de lo que muchas pueden hacer y, de hecho, hacen por el medio ambiente con poco esfuerzo.

Viajé por el mundo en la jornada de 'Experiencias iberoamericanas de soluciones basadas en la naturaleza', donde representantes de ocho países expusieron iniciativas en los distintos lugares para conectar a la población con la naturaleza y utilizar además ésta como herramienta para mitigar problemas como la contaminación de aire y agua o la delincuencia.

De estas dos sesiones, así como de una breve exposición el último día sobre el proyecto Life Iberlince realicé resúmenes para ACA, a los que podréis acceder a través de enlaces en la página de Facebook de Mirilla Natural.

La sesión del congreso

“Cuando suponemos la ficción mejor que la realidad, tenemos un problema” Joaquín Araújo

Como expuse, toda la información me pareció de gran interés pero, el último día de congreso, creo que hice la mejor decisión de la semana: cerré mi experiencia acudiendo a la sesión 'Comunicación ambiental 2.0'. Era una de las sesiones 'cortas', y desde luego que hubiese pasado otras dos horas sentada escuchando hablar a los ponentes sin ningún problema. El hilo conductor fue la revolución en la conexión con el oyente, el lector, o el ciudadano en general que han traído las redes sociales. Se ha pasado de una conexión unidireccional a una comunicación interactiva, en la que el emisor puede conocer más al receptor y viceversa. De hecho este caso llevado al extremo lo conocíamos de la mano de Maria José Parejo, del programa 'El Bosque Habitado' de Radio 3, que confesaba que cuando su comunidad de seguidores empezaba a crearse ella intentaba ver a qué se dedicaban o las cosas que les gustaban de cara a crear un grupo cohesionado.

Pero quizás el tema de los que se tocó que más importante me pareció, no sólo en el ámbito ambiental, fue el traído por @ClementeÁlvarez, de la revista 'Ballena Blanca': la veracidad de la información. Los usuarios tenemos que ser críticos con la información que recibimos y contrastarla antes de crear un juicio sobre el tema en cuestión. No sería necesaria esta tarea si los medios que comunican esa información lo hiciesen, pero incluso algunos que consideramos fiables sin ser demasiado técnicos, no realizan estas comprobaciones.

Aunque considerando que tengo el blog, también ejerzo parcialmente de comunicadora. Ante la dosis de realidad de la charla, puedo deciros que yo toda la información que publico la intento sacar de, como mínimo, dos lugares distintos. En muchas ocasiones ha habido entradas con carencia de datos que podían ser interesantes, y esto es debido a que no encontré suficientes fuentes o fuentes demasiado fiables. De todas formas, a partir de ahora me inclinaré en lo posible a mencionar mis referencias en las entradas y a optar por un relato de mis experiencias, cuya veracidad conozco realmente bien. 

En la mayoría de las jornadas, incluyendo la de comunicación, en el turno de preguntas se exponían más reflexiones que dudas, y quiero cerrar el post con mi reflexión personal sobre las redes sociales.

Mi planteamiento respecto a ellas, y a la tecnología en general, es que el problema aparece cuando pasamos de verlas como utilidades a verlas como necesidades. Estar conectados con todo el mundo a costa de estar desconectados de lo que tenemos próximo es para mí una pérdida más que una ganancia pero, como todo, en el punto medio está la virtud. 

Respecto a la difusión ambiental no son una herramienta: son LA herramienta. Es indudable que los que leéis este blog o realizáis cualquier actividad de ocio relacionada con la conservación lo hacéis porque ya de por sí os interesa o preocupa el medio ambiente. Las redes sociales son necesarias para que empiecen a participar gente ajena a estos problemas, que un día se fija en una campaña llamativa y a partir de ahí comienza a entender la importancia del cambio climático o del papel de los polinizadores, y luego empieza a actuar. Y, desde luego, nunca está de más utilizarlas para agradeceros a todos los que os habéis implicado de una u otra forma en este mundillo que nos afecta a todos

Cómo funciona el voluntariado

Aquí os voy a relatar cómo llegué a vivir el CONAMA de esta manera. El anuncio para incribirse lo vi fortuitamente a través de LinkedIn, aunque os aviso que por lo visto este voluntariado lleva organizándose en las diez últimas ediciones, por lo que en el 2020 seguramente exista la misma posibilidad. Para la incripción únicamente hacía falta un nombre y un mail (no recuerdo si un teléfono). No desesperéis, la respuesta tarda bastante en llegar. Al mes y pico de habernos incrito nos enviaron un correo con algo de información, y una semana antes del Congreso (algo apurado en mi opinión, especialmente para los que teníamos que viajar a Madrid), nos enviaron todas las instrucciones, junto con las jornadas que teníamos asignados cada uno (tuvimos que enviar antes nuestras preferencias y disponibilidad).

Básicamente cada sesión tiene asignados cuatro voluntarios, dos titulares y dos reserva. Dichos voluntarios tenían que presentarse en el stand de la asociación unos cuarenta y cinco minutos  antes del comienzo de la jornada para anunciar su asistencia y recibir una check list con información de la sala (iluminación, azafat@, micrófonos, meseros) y un pen drive en el que guardar las ponencias. Después debían dirigirse a la sala de control correspondiente (esta parte fue la más difícil, puesto que algunas estaban prácticamente escondidas tras otras salas) y reunirnos con el personal de organización del Congreso, presentarnos y recibir de ellos el programa de la sesión, con los nombres y orden de los ponentes.

Una vez en la sala, debíamos recibir a los ponentes y comprobar que l@s azafat@s hubiesen colocado bien los meseros y repartiesen la lista de asistentes. Nosotros debíamos comprobar que el fotógrafo pasaba una vez cada cambio de mesa y tomar datos para elaborar conjuntamente un resumen de la sesión y para publicar tres tuits al final de la sesión. Después debíamos entregar la lista de asistentes a la organización y el pen drive en el stand.

Al principio parece demasiado, pero para mí lo más engorroso resultó hacer el resumen entre dos, ya que suponía tiempo extra a las largas sesiones. Aun así, recomiendo la experiencia, dado que te permite conocer mucha gente y te da acceso gratuito a todo el Congreso.

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